El nuevo capitalismo del siglo XXI se rige por la «necropolítica» y el
«gobierno privado indirecto». Ahora impera una nueva concepción de la
soberanía: la de aquellos actores internacionales que deciden quién debe vivir
y quién debe morir en un momento dado, atendiendo a criterios estrictamente
económicos. Y las nuevas guerras, en consecuencia, son actos bélicos nomádicos
que realizan empresas privadas en convivencia o no con los Estados, poco
importa... que no buscan obtener territorio ni someter a las poblaciones; tan sólo
afianzar recursos estratégicos y obtener beneficios inmediatos a cualquier
coste. La necropolítica ha conseguido transformar a los seres humanos en una
mercancía intercambiable o desechable según dicten los mercados. Esta nueva
forma de gestión de las poblaciones, quizás más evidente en el denominado
tercer mundo y, en particular, en el continente africano, es un paso más
respecto de la «biopolítica» enunciada por Foucault. Una nueva manera de
entender la realidad en la que la vida pierde toda su densidad y se convierte
en una mera moneda de cambio para unos poderes oscuros, difusos y sin
escrúpulos. (Fuente: casadellibro).
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